A Sócrates no le convencía eso de escribir. Su argumento principal era que, al tener las ideas siempre a la mano en un dispositivo externo a la mente humana, esto atrofiaría nuestra memoria: ya no haríamos un esfuerzo por recordar largos poemas épicos, o largas listas de hechos científicos. Pero tampoco haríamos un esfuerzo por recordar nuestros propios argumentos sobre disquisiciones varias. Todo estaría por ahí, en papel o en piedra, listo para consultarse cuando se nos diera la gana.
Fue interesantes porque Sócrates, el filósofo, no confiaba en la escritura porque pensaba que al externalizar el conocimiento en textos, nuestra memoria se volvería floja y solo tendríamos una simulación del saber, no el conocimiento de verdad. La ironía es que sabemos esto porque Platón, su estudiante, al final lo escribió el, la escritura se impuso a pesar de las críticas, igual que hoy pasa con la inteligencia artificial: hay un montón de gente que le tiene miedo o le hace críticas, pero el texto sugiere que, como con la escritura, la IA probablemente acabará triunfando y cambiándolo todo, aunque ahora nos cueste verlo.
Maria Gabriela Quiroga B