Seguramente, en algún punto de esta ciudad, alguien ya hace anotaciones de esta lengua mile(i)narista en un diario personal de la perplejidad.

El presidente entra y sale del mundo virtual. Un sitio mide en Internet sus horas de estancia en la red X. A veces más de cuatro. Podría chatear o comunicarse con su novia. Pero parece que no. El teléfono le abre la puerta a una segunda vida en las noches de insomnio. X es su Tron temporal y acaso ese acostumbramiento a la virtualidad el que le permite la fantasía de un curioso bilingüismo. No hablamos del inglés sino del hebreo. Postea en la lengua semítica, acaso con ayuda de un rabino o de algún programa de traducción. Lo que importa finalmente es el resultado.

la naturaleza de su trabajo esverlo todo, desarrollan secuelas psíquicas que coinciden en un rechazo incon-dicional a la existencia misma de las redes sociales. De ahí que sus relatospuedan asociarse a la anécdota que Primo Levi contaba sobre las noches enAuschwitz, donde ninguna pesadilla era peor que la realidad que esperabaa los prisioneros al despertar6

En principio, lo mismo de siempre: entre la urgente inespecificidad dela odisea de lo sublime y la palpable realpolitik de los negocios, esta últimadesplazó a los soñadores y se apropió del escenario

Aufklärung

Marcus calls generative AI “a solution in search of a problem.”

But when they aren’t hallucinating, what they’re capable of is still impressive, though it’s a bit like watching a dog walk around on two legs—fun, but not exactly an efficient way to get around.

“It’s the parasite that kills the host.”

it’s a bit like watching a dog walk around on two legs — fun, but not exactly an efficient way to get around.