- Jan 2018
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Como hipótesis provisional sostengo que la dependencia de formas de racionalidad y análisis logocéntrico de larga data sigue siendo fundamental para la producción académica crítica (¡incluyendo este libro!) y que, a pesar de su notable productividad, tiene consecuencias para ir más allá de las ontologías dualistas. Para desarrollar esta hipótesis, aunque de forma rudimentaria, comienzo recordando el argumento de Varela y sus colegas sobre los límites de la racionalidad abstracta y su insistencia en unir la reflexión y la experiencia. Esto es precisamente lo que trató de hacer la fenomenología; sin embargo —argumentan Varela, Thomson y Rosch— no pudo contestar, completamente, las preguntas radicales que planteaba. ¿Por qué? Su respuesta es relativamente simple pero las consecuencias son de largo alcance. La fenomenología se estancó, precisamente, porque su análisis de la experiencia sigue estando “dentro de la corriente principal de la filosofía Occidental [...] hizo hincapié en el contexto pragmático y encarnado de la experiencia humana, pero de una manera puramente teórica” (Varela et al. 1991: 19). ¿Puede esta afirmación17ser aplicable a la teoría social en su conjunto, tal vez incluso a aquellas tendencias que problematizan sus dualismos estructurantes?
[...] [...] Lo que esta formulación quiere transmitir es que la reflexión no es sólo sobre la experiencia; la reflexión es una forma de la experiencia [...] Cuando la reflexión se hace de esa manera puede cortar la cadena de patrones y percepciones habituales de pensamiento para que pueda ser una reflexión abierta a posibilidades distintas de las contenidas en la representación actual que tenemos del espacio de la vida
Quizás se requieren materialidades nuevas para romper estas lógicas que hacen academia crítica desde los logos, métricas y formas de la academia clásica. En ese sentido la experiencia, que está en el centro de lo hacker, artítistico y activista es clave, pues enactua en discursos no siempre logocéntricos. Es decir, esas reflexiones (usualmente escritas) que son también una experiencia, atravesadas por otras materialidades que dan cuenta de ellas pueden ayudar a deconstruir su expresión logocéntrica.
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- Sep 2017
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Matt Ratto (2011) defines "critical making" as a combination of critical thinking and material production. His contribution for the current discussion is: if critical makers can "reintegrate technical and social work and thereby innovate both" (p. 258). Design appears a fertile inroad for thinking about empowerment and politics, as particular genres of technology are created through complex social, economic, and cultural processes, leading to literacies that can be drawn on and reconfigured (Balsamo, 2011 ). DiSalvo's (2009) notion of critical making involves users in the design process through practices such as tracing and projection, resulting in the creation of new publics. This was later developed into "adversarial design" (DiSalvo, 2012), which confronts the politics of technologies of objects with an intent to encourage participation. Rafi Santo's (2011, 2013) "hacker literacies" similarly positions hacking as enabling critical thinking within a framework of media literacies.
Rafi Santo's (2011, 2013) "hacker literacies" similarly positions hacking as enabling critical thinking within a framework of media literacies.
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