- Apr 2024
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The Rise of Feminist Hackerspaces and How to Make Your Own
El trabajo en un espacio hacker (feminista) depende de la circulación del conocimiento y la disponibilidad de hardware. En la escena maker contemporánea, la mayoría de estos recursos se crean en círculos dominados por hombres y se entregan a mujeres maker identificadas para que actúen y se apropien de ellos. Los intentos de reconciliar el desequilibrio en la participación de género con microcontroladores de color rosa solo reforzaron los estereotipos culturales y de género existentes. En lugar de sumarnos a la creciente voz crítica de las prácticas excluyentes e inclusivas, adoptamos una postura crítica hacia la práctica del hacking feminista en sí: observamos lo que producen los hackerspaces feministas.
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- Feb 2023
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el contrapoderadopta la forma de lo que denominaríamosinstituciones de democracia directa,consenso y mediación, es decir, formas decontrolar e intervenir públicamente en losconflictos
También habrían formas de contrapoder relacionadas con intervenir con las narrativas hegemónicas y sus formas, como las que hemos venido haciendo desde el HackBo, vía la auto/re publicación performática y las narrativas de datos.
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Elmundo contemporáneo está lleno de esosespacios anárquicos, y cuanto más éxito tienen,menos oímos hablar de ellos. Ni siquiera cuandose acaba violentamente con ellos nos llegan a losforasteros noticias de su existencia
HackBo continúa existiendo sin mayores noticias, aunque ahora está a dos meses de acabarse (y ha solido estar habitualmente a 3 desde hace 12 años). El Rancho Electrónico, junto con su final, dejó historias y una advertencia sobre las violencias de género no tramitadas ni curadas.
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en cada caso existe un contrastesorprendente entre un universo cosmológicotumultuoso y el proceso social, que busca lamediación, la llegada a un consenso. Ninguna deestas sociedades es completamente igualitaria,pues existen ciertas formas clave de dominio, almenos la de los hombres sobre las mujeres y losadultos sobre los más jóvenes.
Caso 4: Hackerspaces
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- Feb 2018
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Se trataría de inventar prácticas de contra-diseño que puedan mantener un compromiso duradero con proyectos de vida politizados. ¿Podrá la educación del diseño cumplir esta misión? Los conocimientos académicos, fundados bajo el imperativo firme de la separación del mundo natural, parecieran ser completamente incompetentes para proveernos con los conocimientos en sintonía con la Tierra necesarios para que los humanos funcionemos acoplados con ella. Tampoco parecen ser capaces de acoger los conocimientos lugarizados y vernáculos de las culturas que se rehúsan a rendirse al mundo globalizado, manteniendo su sabiduría del habitar y de enraizar sus mundos.
Esta frase me recuerda mis menciones a la anti-hackatón como forma de protección contra la gentrificación. En todo caso, la solución está del lado de no ser absorvido por la academía, para quedarse cómodamente enunciando desde su "torre de marfil" cómo está de mal el mundo, pero sin untarse de él, siguiendo esclavos de sus dinámicas de publicación indexada y los egos asociados.
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Aunque cada grupo o entramado socionatural tiene que abordar este proceso a partir de sus propios recursos y circunstancias históricas, ningún grupo en particular tiene toda la arquitectura onto-epistémica para lidiar con la hidra de la modernidad capitalista patriarcal. En muchos casos los diseñadores podrán apoyarse en, y ayudar a catalizar, las transiciones emergentes en sus propios espacios y lugares a través de prácticas de diseño situadas
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Pero no podemos vivir la autonomía sin un territorio. Y no puede haber territorio sin Madre Tierra. Y no hay Madre Tierra mientras esté esclavizada. Y mientras sea esclava ninguno de nosotros y nosotras vive para vivir, ni el árbol, ni el agua, ni el guatín, ni María Balvina, ni Pelegrino. Vivimos apenas para satisfacer la codicia de los amos del mundo. Y así no es la vuelta.
Interesante ver los hackerspaces como enclaves de lo territorial autónomo, interconectado con discursos ancestrales. Recuerdo una narrativa así en un encuentro de juventudes de Medellín, enunciado por un bibliotecario amigo.
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es decir, formas difusas y casi microbianas e intermitentes de poder.
Habría que decir que no existe una falta de estructura, sino que ella es invisible, por tanto es difícilmente contestada. El poder es auto-organizado y rotativo. Explicitar la estructura sin petrificarla es la tensión de espacios como los hackerspaces.
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A menudo la autonomía tiene una dimensión decididamente territorial y basada en el lugar. Se deriva de y re/construye territorios de resistencia y diferencia, como muestra el caso de los movimientos negros e indígenas en muchas partes de América (e.g., Escobar 2008 para el caso de los movimientos afrodescendientes en el Pacífico colombiano); sin embargo, esto aplica a zonas rurales, urbanas, de bosques y selvas, y a todo tipo de territorios en diferentes maneras.
[...] en otras palabras, implicó la creación de espacios no capitalistas y de nuevas formas de territorialidad.
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El concepto de territorio, como es utilizado por los movimientos que describí antes, es una abreviatura para el sistema de relaciones cuya recreación continua re/crea a su vez la ‘comunidad’ en cuestión.
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Quizás uno de los aspectos más destacables de la transición y de los imaginarios del diseño para la transición que han habitado este capítulo es restaurar un carácter progresivo y quizás radical para la política del luga
Los hackerspaces como lugares de política encarnada.
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Al abogar por una nueva civilización aleja nuestra atención de los «grandes dinosaurios del siglo XX» (Manzini 2015: 193), a saber, los sistemas jerárquicos que subyacen las cuatro estructuras institucionales desfuturizadoras de Berry (gobiernos, corporaciones, universidades y religiones), y la lleva hacia la conformación de ‘ecologías territoriales’ —entramados de ecosistemas de lugares y comunidades— donde podrían funcionar con mayor facilidad los procesos abiertos de co-diseño. Por supuesto, desde hace tiempo se sabe que la política basada en el lugar también puede conducir a tendencias excluyentes y a localismos regresivos. Si estas tendencias se pueden mantener a raya, sin embargo, «las localidades y comunidades resultantes serían exactamente lo que se necesita para promover no sólo una nueva ecología territorial y un ecosistema resiliente sino, también, un bienestar sostenible» (
¿Cómo se puede dar ese diálogo entre dichas instituciones y comunidades? Particularmente porque en esa dinámica de cero mundos terminados, habría que mirar la continuidad de estas estructuras desfuturizadoras. Ellas tendrían que ser parte de ese único mundo destruido, que destruye el resto.
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el surgimiento de una nueva cultura de diseño a partir de su superposición y convergencia en lugares y situaciones específicos. El objetivo de esta nueva cultura es la construcción de una nueva ecología de lugares y regiones,
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Este espacio ya está siendo poblado por muchas diminutas islas de transición en las que la insostenibilidad y la desfuturización son mantenidas a raya. Pero todavía hay un largo camino por recorrer hasta que tales islas den lugar a los nuevos continentes donde la vida puede volver a florecer.
De las islas a los archipiélagos, a los continentes.
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. La ICT tiene conexiones directas con los movimientos de intelectuales y activistas en torno a las nociones de ‘decrecimiento’ y la defensa de los comunes. La ICT, el decrecimiento y los comunes en conjunto constituyen un espacio unificado para el futuro desarrollo de la teoría y la práctica del diseño para la transición. En la siguiente sección voy a proponer unconjunto similar de nociones provenientes de América Latina, incluyendo el post-desarrollo, el buen vivir, los derechos de la naturaleza y las transiciones al post-extractivismo como espacios importantes para profundizar el diseño para la transici
¿Cómo esto podría experimentarse desde escalas locales, en un hackerspace, barrio o pequeña ciudad tensionada por el crecimiento, como Cajicá?
Una de las posibilidades sería transparentar el discurso y acción política en pequeñas ciudades y barrios a partir de las prácticas ocurridas desde el hackerspace y/o la biblioteca pública., extendiendo y conectando lo que ocurre en los planos simbólicos y del código, con los de los planos físicos y el diálogo cotidiano. Los Data Selfies son un prototipo en esa línea.
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implica una concepción expandida del ser y podría fomentar un tipo de pensamiento de diseño y la creación de prototipos que encarnen lo nuevo que está emergiendo o quiere emerger. Este tipo de presenciación, como argumentan los autores, es propicio para un espacio de transición donde nuevos tipos de ‘practicantes de primera línea’, que operen desde posibilidades de futuro genuinas, aprovechen las configuraciones socio-naturales emergentes y donde la gente pueda crear nuevas conexiones comunales. Dichos profesionales de primera línea se darían cuenta de que «el verdadero poder surge de reconocer los patrones que se están formando y de ubicarse en ellos» (Scharmer 2009: 32). Abordarían, sin ambigüedad, el juicio de Varela de que la ciencia moderna no entiende la experiencia —ahondando en la experiencia (de forma no dualista) como una verdadera fuente para el diseño—. Su marco comprende una serie de etapas (desde descargar, ver y sentir lo nuevo hasta la presenciación, la cristalización, producción de prototipos y ejecución) que implican ‘dejar ir’, ‘dejar llegar’, enactuar y encarnar lo emergente. Estos cambios tienen lugar dentro de un espacio social de creación (presenciación) y destrucción (‘ausenciación’) colectivas que requiere una transformación personal significativa hacia modos de ser más relacionales.
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se pueden diseñar dispositivos para transformar, gradualmente, nuestras maneras principales de entender y de ser
el cuidado se puede estructurar en el diseño de herramientas y equipos a través de lo que denomina «presenciación” (presencing), un concepto relacionado con la noción del diseño transparente de las interfaces tecnológicas que es clave para la incorporación en las herramientas de hábitos ecológicos a través del diseño para transformar nuestras acciones rutinarias en formas de comportamiento ecológico; esto ha de lograrse mediante la incorporación de ‘guiones’ en el diseño de productos. De esta manera los diseñadores tendrían que ir mucho más allá del objetivo de satisfacer las necesidades de los usuarios para articular, de formas novedosas, las preocupaciones y deseos de una colectividad. Las nuevas rutinas encarnadas se volverían lentamente colectivas y transformarían, eventualmente, la conciencia social y las estructuras institucionales. [...] El enfoque, sin embargo, sigue siendo básicamente teórico y no aborda, explícitamente, la dimensión política.
Esto pasa en alguna medida con Grafoscopio, pues debido a su caracter de metasistema y su condición de objeto activista, embebe prácticas referidas a la disponibilidad permanente del código fuente, tanto de la herramienta, como de los escritos creados en ella y ejemplifica otras ecologías del conocimiento, asociadas al conocimiento como bien común.
La comunidad de práctica alrededor de Grafoscopio comparte, deconstruye e incorpora dichas formas de entender y ser, de modos progresivos, configurando una identidad propia, que es distinta al grueso del hackerspace. Una ventaja de nuestro enfoque es que lo político es explícito y la teoría y la práctica dialogan en él a través de dispositivos digitales hacktivistas..
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“la clave de la sustentabilidad radica en las verdades prácticas que cada uno de nosotros descubre en la vida cotidiana y que contribuyen a las actividades colectivas de nuestra cultura”
Estas verdades prácticas que nos reconfiguran a nosotros y nuestras instituciones, puede ser descubiertas también en espacios contrahegemónicos y conviviales, como los hackerspaces.
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desde esta perspectiva las organizaciones constituyen conversaciones para la acción. Hay un cierto grado de recurrencia y formalización en estas conversaciones, que Winograd y Flores (1986) caracterizan en términos de actos lingüísticos distintivos. Las organizaciones son redes de compromisos que operan a través de actos lingüísticos, como las promesas y
las peticiones. [...] En última instancia la característica central de las organizaciones y su diseño es el desarrollo de competencias comunicativas en un ámbito abierto para la interpretación, de manera que los compromisos sean transparentes
[...] Una parte importante del marco de Winograd y Flores es el desarrollo de un enfoque lingüístico para el trabajo de las organizaciones sobre la base de ‘directivas’ (pedidos, solicitudes, consultas y ofertas) y ‘comisiones’ (promesas, aceptaciones y rechazos). En la década de 1980 Flores desarrolló un software para organizaciones, llamado El coordinador, basado en la idea de que las organizaciones son redes de compromisos que operan en el lenguaje. Véanse Winograd y Flores (1986, capítulos 5 y 11) y Flores y Flores (2013). Su objetivo era “hacer las interacciones transparentes [...] en el dominio de las conversaciones para la acción”
La interacción entre organizaciones institucionalizadas y conviviales está ocurriendo para casos del hacktivismo en términos de peticiones (derechos de petición, entradas al blog) y promesas (hackatones, respuestas, proyectos).
Una de las preguntas actuales es cómo hacer que las dinámicas de gobernanza propias de las organizaciones conviviales puedan ser coherentes y escalables a nivel barrio o ciudad. Qué infraestructuras favorecerían dichas posibilidades de acuerdos transparentes en red.
Interesante reencontrar el software de Windograd y Flores y revisar cómo se adecuan o no a sistemas como wikis y repositorios de código y cómo el diálogo entre ellos podría alentar estas ideas de software para acciones transparentes.
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¿Podemos encontrar ‘fuentes del no ser’ (parafraseando a Taylor), no sólo entre quienes viven “en la sombra de la diáspora liberal” (Povinelli 2001) en tierras lejanas sino entre aquellos de nosotros que habitamos los mundos liberales más densos?
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En otras palabras, estos grupos están involucrados en la activación política de la relacionalidad.
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. Todas las culturas, a su juicio, sin embargo, encuentran los medios para responder a las patologías del aislamiento, para desaislarse de diversas maneras, por así decirlo, incluso a través de la religión (Nandy 1987: 102-109). Al reflexionar sobre la construcción de sociedades no opresivas que no caigan en nuevos órdenes opresivos, Nandy insiste en la necesidad de tener en cuenta las ‘visiones de los débiles’, sus nociones de una buena sociedad y un mundo deseable y sus críticas contra la uniformidad creada por la racionalidad dualista;
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- Jan 2018
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Como hipótesis provisional sostengo que la dependencia de formas de racionalidad y análisis logocéntrico de larga data sigue siendo fundamental para la producción académica crítica (¡incluyendo este libro!) y que, a pesar de su notable productividad, tiene consecuencias para ir más allá de las ontologías dualistas. Para desarrollar esta hipótesis, aunque de forma rudimentaria, comienzo recordando el argumento de Varela y sus colegas sobre los límites de la racionalidad abstracta y su insistencia en unir la reflexión y la experiencia. Esto es precisamente lo que trató de hacer la fenomenología; sin embargo —argumentan Varela, Thomson y Rosch— no pudo contestar, completamente, las preguntas radicales que planteaba. ¿Por qué? Su respuesta es relativamente simple pero las consecuencias son de largo alcance. La fenomenología se estancó, precisamente, porque su análisis de la experiencia sigue estando “dentro de la corriente principal de la filosofía Occidental [...] hizo hincapié en el contexto pragmático y encarnado de la experiencia humana, pero de una manera puramente teórica” (Varela et al. 1991: 19). ¿Puede esta afirmación17ser aplicable a la teoría social en su conjunto, tal vez incluso a aquellas tendencias que problematizan sus dualismos estructurantes?
[...] [...] Lo que esta formulación quiere transmitir es que la reflexión no es sólo sobre la experiencia; la reflexión es una forma de la experiencia [...] Cuando la reflexión se hace de esa manera puede cortar la cadena de patrones y percepciones habituales de pensamiento para que pueda ser una reflexión abierta a posibilidades distintas de las contenidas en la representación actual que tenemos del espacio de la vida
Quizás se requieren materialidades nuevas para romper estas lógicas que hacen academia crítica desde los logos, métricas y formas de la academia clásica. En ese sentido la experiencia, que está en el centro de lo hacker, artítistico y activista es clave, pues enactua en discursos no siempre logocéntricos. Es decir, esas reflexiones (usualmente escritas) que son también una experiencia, atravesadas por otras materialidades que dan cuenta de ellas pueden ayudar a deconstruir su expresión logocéntrica.
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Estrechamente relacionadas son las nociones de codiseño y colaboración dialógica, a través de las cuales el diseñador y la gente común “redescubren el poder de hacer las cosas juntos” (Manzini 2015: 24). El nuevo despertar de las temáticas ‘comunales’ se inserta en este panorama cambiante de las condiciones del diseño. Haciendo eco de la crítica de Iván Illich a la naturaleza incapacitante de las tecnologías modernas, Manzini (2015) encuentra en el creciente deseo por abandonar los estilos de vida individualistas una condición esperanzadora para el diseño colaborativo. Desde el mundo del diseño, entonces, también existe presión relacional sobre una de las formas más recalcitrantes de los constructos modernos, el llamado individuo. Se necesita más, sin embargo, antes de que la concepción relacional de la persona pueda llegar a ser ‘la configuración predeterminada’ en un mundo postindividualista.
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el espacio vital que asegura la pervivencia como pueblo, como cultura en convivencia con la naturaleza y los espíritus. El territorio es nuestro verdadero libro histórico que mantiene viva la tradición de quienes habitamos en él. Representa y describe los principios y prácticas de nuestra cultura. Implica la posesión, control y dominio del espacio físico y espiritual. Como espacio colectivo de existencia, posibilita la convivencia armónica entre los pueblos. Fundamenta la cosmovisión indígena como razón de nuestra pervivencia”.
De ahí la importancia de los hackerspaces como territorio: lugar de memoria y convivencia.
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- Nov 2017
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Rather,andthisisDerrida’sintervention,theactbringsthepeople,itspoliticalsubject,intobeingthroughtheact.Thepeopleadeclarationnamesdonotexist.Derridawrites,‘[People]donotexistasanentity,itdoesnotexist,beforethisdeclaration,notassuch.Ifitgivesbirthtoitself,asfreeandindependentsubject,aspossiblesigner,thiscanholdonlyintheactofthesignature.Thesignatureinventsthesigner.’
[...] By bringing into play a chain of events, delegation, representation, naming, signature, and citations, a declaration enacts a signature that restores, by right, to political subjects their subjectivity.
En este sentido, son Grafoscopio y el Data Week, quienes convocan a la comunidad alrededor de ellos mismos.
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- Sep 2017
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Havingrecognizedthatspaceexistsinvariousregisters,scholarsalsostudysuchspacesascultural,social,legal,economic,orpoliticalspaces.Theirassumptionisnotthatsuchspacesexistasseparateandindependentfromspacespeopleinhabit,buttheseareanalyticalmeanstoconcentrateonasubsetofrelationsthatconstitutesuchspacesfordeeperunderstandingofhowpeopleinhabit,say,aculturalspace,whichissimultaneouslyyetasynchronouslyaconceived,perceived,andlivedspace.
La descripción de los espacios hacker y maker podría conectarse con esta descripción.
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FollowingHenriLefebvre,atleastthreeregistersofspaceshavebeenelaborated:conceivedspace,perceivedspace,andlivedspace.[76]Theessentialpointisthatinhabitingspacesinthreeregisters,weexperienceourbeing-in-the-worldthroughsimultaneousbutasynchronousregisters.Subjectsinhabitconceivedspacessuchasobjectifyingpracticesthatcode,recode,present,andrepresentspacetorenderitasalegibleandintelligiblespaceofhabitation.Peopleinhabitperceivedspacessuchassymbolicrepresentationsofspacethatguideourimaginativerelationshiptoit.Subjectsalsoinhabitlivedspacesthroughthingstheydoinorbyliving.Livedspacesarethespacesthroughwhichsubjectsact.Thesethreeregistersofspacearedistinctyetoverlappingbutalsointeracting:byinhabitingthem,wemakethem.
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Thespacesthatsovereignpowerproducescorrespondtosuchstrategiesandtechnologiesofexclusion:expulsion,prohibition,banishment,eviction,exile,anddeportationaresuchexamples.Bycontrast,beingasubjectofpowermobilizesstrategiesandtechnologiesofdiscipline,whichrequiresubmissionbutopenuppossibilitiesofsubversion.Thespacesthatdisciplinarypowerproducesareappropriatetosuchstrategiesandtechnologiesofdiscipline:asylums,camps,andbarracksbutalsohospitals,prisons,schools,andmuseumsasspacesofconfinement.Eachofthesespacesisaspaceofcontestation,competitiveandsocialstrugglesinandthroughwhichcertainformsofknowledgeareproducedinenunciationsthatperformsubjects.Neitherspacesofexclusionnorspacesofdisciplinearestaticorcontainerspaces.Theyaredynamicandrelationalspaces.Thereareno‘physical’spacesseparatefrompowerrelationsandnopowerrelationsthatarenotembeddedinspatializingstrategiesandtechnologiesofpower.
La idea de un hackerspace como un tercer espacio, donde se juegan dinámicas de poder, como en todos, pero éste es transitorio, meritocrático, contestable, incluso a pesar de la falta de estructura evidente del mismo espacio. Como otros espacios, dicha contestación requiere saber los rituales del espacio y sus lenguajes. Tal contestación no tiene por qué tomar una forma confrontacional y puede ocurrir simplemente a través de la creación de alianzas transitorias y comunidades de práctica que eligen unas tecnologías y no otras. Incluso, prácticas como el Data Week dan la posibilidad de contestar esta práctica particular, al explicitar los saberes y materialidades que la constituyen.
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The benefit of these spaces is best summed up as flexibility. Members are supported as they join the space, become peripheral participants, and potentially, become longstanding members engaged in ongoing projects. Hacking, like art, becomes not the domain of the elite or reified objects but intimately tied with everyday experiences throughout one's life (Dewey, 1934). The pragmatic devotion of HMSs to recursive problem-solving attracts members who see HMSs bringing informal education and collaborative sociality to their city. In interviews GeekSpace members freely offered beliefs about why they saw HMSs as vital to reforming their city at large. Flexibility, exercised through the constant churn of hands-on work on projects, was coupled with optimism for making a better future. Kligler-Vilenchik et al. (2012) describe a similar desire in civically-minded youth organizations as a "wish to help" (para. 1.5), a form of engagement more familiar to volunteerism than hackers that exert their collective power through protest or software (Coleman, 2012; Sauters, 2013). Above all else, this optimism drives HMS members as they seek to reframe what hacking and making can accomplish.
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democratization of hacking itself. This claim, however, threatens to unrealistically situate hackerspaces as paragons of learning and overly central to hacker culture at large, and democracy as a panacea. As discussed, GeekSpace was not without exclusion that operated in spite of its official ideology. Further, GeekSpace was constantly being re-built around individual conflicts, organizational collaborations, and cultural shifts. Returning to revisit the question of collectivity itself, the emphasis of the collective is on maximizing perceptions of individual agency through material and social encounters. This harkens back to Thomas' (2011) observation that "collectives provide tools for the unique and individual expression of identity within the collective itself'' (p. 2) and is why "community," which works quite oppositely, is likely the wrong form of social structure at work. HMSs provide a context for a negotiated sociality -sometimes warm conversations, frequently simply co-working. This provides a physical example of Turkle's (1985) observation that, online, "hacker culture is a culture of loners who are never alone" (p. 196). The failure of the first incarnation of GeekSpace was, in the eyes of members, an abundance of socialization.
Esta preferencia por la soledad también se ha visto en HackBo, así como la tensión entre lo individual y lo colectivo. Los proyectos hacen que el hackerspace funcione, pero no está claro como lo proyectan más allá de su estado actual, particularmente en lo que se refiere a ayudar a su sostenibilidad en el tiempo.
La existencia de un hackerspace no democratiza la noción de hacking, a pesar de hacerla cotidiana. La democracia, de hecho no es cotidiana, si se piensa que cristaliza sólo cada 4 años con las votaciones y de resto consiste en la queja generalizada sobre lo que hacen los gobernantes, sin vigilancia, ni control por parte de los ciudadanos. Nuevas formas de ciudadanía podrían ser articuladas en espacios como estos, desde el cotidiano.
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Members of HMSs, driven by hacker and maker culture, infrastructure their own space and populate it with tools, effectively de-virtualizing materialities. Buildings and tools in HMSs are treated very much as code: malleable, changeable, and durable.
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Depending on when you happened to drop by, you might conclude that it was a raucous party spot, infosec operations center, or hat manufacturer. The LOpht did not host a single group or set of activities. Rather, it served multiple purposes for the hacker community. The permanence of HMSs similarly serves as a magnet to attract interested members, enabling and constraining the wide variety of activities that occur therein.
En HackBo también habitan estas diversas identidades.
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However, hacker and maker spaces are not synonymous with hacker culture at large. As previously discussed, since at least the mid-1990s, hackers have encompassed too wide an array of concerns and histories to safely be referred to as a unified group. Hacker and maker spaces, while a significant movement and informed by a more popular definition of "hacker," hardly define everyone who calls themselves a hacker.
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Doug Thomas (2002) concluded that "hacker culture, in shifting away from the traditional norms of subculture formation, forces us to rethink the basic relationships between parent culture and subculture" (p. 171). Similarly, such a splintering of meanings draws into question how conveniently a lineage by generations can be identified (Coleman, 2012; Taylor, 2005). Hacker and maker space members draw on the "shared background of cultural references, values, and ideas" (Soderberg, 2013, p. 3) of a more accessible hacker culture that is social, everyday, and lived (Williams, 1995). The culture of HMSs is made visible through interactions as members draw on hacker and maker culture at large as an explanation for what it is that goes on there
Esto tiene que ver con la idea de popularización de la cultura hacker (me recuerda la noción de lo popular como un lugar donde se perpetúa y reta la cultura). Una cultura hacker, informada por tradiciones anteriores, pero que encarna de maneras particulares en los contextos en los que se da.
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By comparison, HMSs are collective organizations centered around maintaining a specific space. The current study's site of investigation is a single relatively bounded group (GeekSpace). Members are circumscribed by the built environment of the shared workshop and a shared repertoire of online communication tools (website, mailing lists, wikis).
Esto hace parte del repertorio material y simbólico compartido de una comunidad de práctica.
Al comienzo la tesis quería indagar y alentar las relaciones entre las comunidades y sus hábitats digitales y físicos, pero luego se fue enfocando más en cosas como Grafoscopio y en comunidades más pequeñas.
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Hacker and maker spaces arise from grassroots networks through a shared interest in maintaining a semi-permanent space for solo and collaborative work. They generally employ democratic and meritocratic conventions rather than ''top-down" organizational practices. These conventions evolve over time as they are reflexively modified by members through communication (McPhee & Zaug, 2009) and practices (Cox, 2005; Wenger, 1998) in and around physical space. This loose organizational structure and plurality of participant identities results in a tremendous variety of spaces that are best thought of as having a family resemblance (Wittgenstein, 1953) of organizational conventions and shared histories rather than consistency in interests or ideology. Some are firmly entrenched in information security (infosec) while others maintain a focus on artistic endeavors involving welding and woodwork. Several have arisen with an overtly feminist orientation and push back against the often male-dominant nature of these spaces.
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Hacker and maker spaces (HMSs) are open-access workshops devoted to creative and technical work. Their growing numbers (over 500 worldwide) make them a significant grassroots movement supporting informal learning. Scholars have found pedagogical benefits of tinkering and hacking, but the cultural contexts from which these practices arise remain under-studied.
Nótese que también se habla de espacios creativos y no sólo técnicos.
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For these women, the values and practices of everyday life intertwine with technical labor. In the 1970s, theorists like Dick Hebdige, Henri LeFebvre, and Michel DeCertau took up everyday life as a site for radically re-imagining social life. The potency of domesticity and the social status of quotidian craftwork became a key precursor to contemporary Feminist thought. Today, it has reemerged in the work of modern-day hackers.By designing hackerspaces to serve domestic and familial needs, and by surfacing a new emotional style through failure, members of women-operated hackerspaces are
actively negotiating the terms by which they make themselves heard within computer engineering cultures (Fox, etal., 2015; c.f. Suchman, 1995). This “oppositional position-ing” (Haraway, 1988: 586) relieves them of expectations to hack in the same manner as men, women, or mothers. [...] Exposing a politics of difference — destabilizing the cate-gory of hacking — they not only build new material circumstance for the artists, makers, mothers and fathers within these spaces, but also position their work as relevant to the acts of “world-building” just beyond it.
Potente idea de construcción de mundo en el cotidiano.
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At HackerMoms, many members like Renz used craft techniques to create objects and “hack” physical craft materials. From the perspective of those who saw HackerMoms as “anti-hackerspace,” celebrating craft and art making without computation rendered the concept of hacking ambiguous and insig-nificant. This concern often resonated with engineers and scientists like Renz’s husband, a physicist, who confessed to her he did not consider her work hacking (Interview with Daniela Rosner, 18 April, 2013).
[...] HackerMoms advocates used this ambiguity to draw attention to connections between hacking and histories of women’s work. Much like sewing, cooking, and interior decora-tion, which have historically occupied a women’s sphere, the work of childcare has long remained a locus of unpaid labor (Lippard, 2010 [1978])
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“everyone who has been involved in organizing the space is a social justice activist, and that is often social justice outside of tech, so that is a little bit dif-ferent” (Wu, 2014: Interview with Sarah Fox and Rachel Rose Ulgado, 20 February). Organizers’ interests lay in serving their community, which was localized to the neighborhood.
Como dije en otra nota, nuestro impacto local ha estado limitado.
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During our visits, members paid US$60 for monthly dues, and the composition of the group tended toward White members (although active members included nonwhites; Smith, a first-generation Chinese-American, for example).3 The HackerMoms space sat at the border of Oakland and Berkeley where storage units and liquor stores once stood. Bakeries and gift stores now lined nearby streets, catering to a growing number of upper-middle-class residents, subtlety reproducing class posi-tions and exclusions.
tarifas, espacio, localización, miembros.
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Recent research has focused on hackerspaces as grassroots organizations for producing ad hoc, self-made tools (Toombs etal., 2014) and as homes for emerging technical entrepreneur-ship (Lindtner etal., 2014).Founder Sho Sho Smith built HackerMoms to identify with this ethos, what she called “true creativity”: making without a purpose or necessity, without people trying to elevate themselves or their career.2 Although she has admitted that she first associated hacking with criminal activity, she soon found it essential to the kind of life she desired
Interesante la idea de hacer sin propósito o necesidad. No sé hasta que punto sea compatible con la idea de artesanía, en la medida en que esta es en sí misma un propósito y una necesidad, pero puede tener que ver precisamente con el caracter expresivo de la creación y no con el económico del mismo.
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Born in the Plantation, the Hacienda, the Latifundio, and the Mine, creolization is now “scattered in those sheet plates and concrete mazes where our common becoming is adventuring itself, in favellas and mega-cities” (Glissant, 1995: 87). Alive and well, cre-olization can be found where Latin Americans live, in the spaces where they are exposed to new technologies. Born of avoidance (like Internet Protocol (IP) packets that find a route around obstacles) and mixing (like mashups and re-mix), creolization fits the realm of ICTs.
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Likewise, the interplay between economic, cultural, and political tensions remains largely unexplored.
En nuestro caso el interjuego entre lo político, lo cultural y lo económico, ha estado presente desde el comienzo, al menos a escala del hackerspace. El cambio de escala ha sido la principal tensión, articulando otras comunidades de activistas o generando una interlocución más fluida con el gobierno.
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Hacker and maker spaces are community workshops that promote notions of open-access and equal participation. Yet, they tend to embrace a contradiction. Their egalitar-ian goals paradoxically reflect a masculine geek identity anchored by an exclusionary “meritocracy.” Addressing democratization requires questioning how power and identity in hacker and maker spaces can be reconnected and re-programmed. Daniela K. Rosner and Sarah Fox illuminate just such a rich counter-narrative in the feminist hackerspace Mothership Hackermoms. Rosner and Fox argue feminist hackerspaces emerged from legacies of craft, engineering culture, and emotional style through failure. They argue that histories of craft and domesticity don’t just undergird engineering cultures—they provide concepts for women to re-imagine maker spaces in a feminist mold.
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democracy requires space for collective action. As technologies and their communities of practice changed, new spaces were needed that reached beyond established collectivities of group, community, and organization. Hackathons and hackerspaces are two such genres of collectivity that encourage participation and collaboration towards explicitly egalitarian goals
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Inconsistencies in ideological perspective are not uncommon in activities which attempt to balance individualism and communalism. These very frictions might belie possibilities for a greater imagination or shared experience. However, we argue that it is only in the disputes and frictions between pluralities of publics that democratization emerges. Dissensus across making and hacking communities allows people to experiment, eventu-ally finding communities and processes in which they feel comfortable and can identify. These very migrations, connected by fluid narratives and practices, drive the capacity of communities to develop and innovate.
Esta idea de fluidez y confrontación también la vivimos en HackBo, con miradas encontradas sobre la gestión del espacio y la falta de apoyo colectiva a determinadas iniciativas colectivas, lo cual permitió replantear nuevas dinámicas y establecer nuevos grupos.
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n large part the desire for autonomy alongside warm community relationships can be seen as an extension of what Fred Turner (2008) termed “new communalism.” New communalists emerged alongside the new left and believed in a kind of hive mind while rejecting formalized politics and institutions. Hackerspaces, as a kind of “third space” (Oldenburg, 1997), provided a site for these ideas to expand. Democracy was seen as cumbersome and slow. Do-ocracy provided speed and the freedom to act without consultation.
Para el caso de HackBo, parte de esto tiene que ver con la idea de plurarquía (Las Indias) que fue explorada antes de su constitución en comunidades en línea. La idea de actuar, a menos que alguien se oponga, no cuando todos estemos de acuerdo, también se traspasó al espacio físico y las consultas se referieren sólo a afectaciones durables de dicho espacio.
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These more formalized gatherings were an attempt to get people working and collaborating in a space that had mainly turned into a spot for hanging out, drinking and foosball. The shift to the new space was seen as an opportunity to encourage members to use the space in a more productive way. The space needed members as much as members needed the tools. Members echoed a liberalist concern with increasing freedom of individuals to act, while retaining hobbyist cultures’ engagement with materialities. Often hackerspace members also described the need for a hackerspace as part of a shift in their city’s economy
Discusiones similares sobre proyectos compartidos se tuvieron en HackBo al comienzo, con ideas como lanzar un globo a la estratósfera, hacer crowdfunding de hardware y otras, que tenían que ver con "reuniones de segumiento". Algunos de ellos convocaron a miembros por poco tiempo y atrayeron nuevos miembros de manera permanente. Sin embargo, los tres proyectos que más se mantienen son: dos empresas/fundaciones y el de las Data Week y Data Rodas alrededor de Grafoscopio.
Los cambios de escala ciudad han sido conversados de manera informal, pero nunca han cristalizado y salvo acciones de activismo específica como la Gobernatón, no logran impactos de escala ciudad.
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Members became entangled with ordinary things and people, developing dependences they found alternately pleasurable and frustrating. Tools came to the space to suit individual needs, including shaping of recreational interaction. The more taut the dependences they develop, the more closely members aligned themselves with the space, and the better for the group
Esto lo he visto también en HackBo, particularmente en lo referido a la frustración referida a la habitual situación económica precaria. Lo placentero es más invisible, si bien tenemos un espacio permanente de reunión y acción, pero su disponibilidad es menos visible.
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Hackerand maker spaces are meta-organizational assemblages. Entanglement – through the notion fo “do-ocracy” –stands in for typical organizational trappings of rules, hierarchies and roles. Hackerspaces morph and evolve to meet the desires of participants, draw on affordances of tools and materialities of the space itself.
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this case study hopefully reveals how hackerspaces might be considered as a particular genre of organization that defies traditional organizational practices.
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Hackerspaces’ messy, heterogeneous interactions between people and things reflect an odd bundle of concepts. They are competitive andneoliberalist. Simultaneously, they are injected with feelings of community and liberal freedoms.To understand the logic that undergirds this confluence of concepts and where it leadsI argue we must return to Williams’ notion of ordinary.
Esto se parece a la acepción de cultura diversa y definición abierta y multisituada de Coleman.
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Ordinariness– the everyday, unexceptional, and mundane – is a useful hermeneutic to view collective action and identity in hacker and maker spaces (or simply “hackerspaces”) (Schrock, 2014). This framing is a response toassumptions about hackers as exceptional. Two types of exceptionality have emerged. Critical scholars praiseactivism in hackerspaces(Maxigas, 2012)orotherwise bemoan the invisible hand of “cyberlibertarian” ideology(Golumbia, 2013). Then there are writers who look tohackerspaces as the key toeconomic profitability(Anderson, 2012). Thedefinitional disputebetween activism and corporatization bears more than a whiff of similarity toa previous such dispute; Pekka Himanen’s “hacker ethic”(Himanen, 2001) idealized hackers as labor for modernity, while McKenzie Warkpositioned hackers as a resistant class (Wark, 2004).
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limn.it limn.it
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The lab as a whole—its walls, desks, whiteboards, roofs, machines, and the people inhabiting it—functions as a first demo for an alternative medium.
Esto es porque el laboratorio está habilitado por medios diversos embebidos en el espacio, lo cual nosotros aún no tenemos.
Desde el "Sur Global", el hackerspace también funciona como un prototipo en sí mismo, de espacios comunitarios y convivenciales alternativos, así como de dinámicas de bootstrapping.
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- Feb 2016
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www.raspberrypi.org www.raspberrypi.org
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gender neutrality, creativity, imagination and tinker time are the basis for learning
Not just for Carrie Anne Philbin’s CS classroom. For so many approaches to learning, these principles help a lot.
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- Aug 2015
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www.edudemic.com www.edudemic.com
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Hands on
This might be the most explicit link to constructivism and constructionism. Not only is it about “learn by doing”, but it’s about concrete action in the physical world. Can’t help but find it limiting and restrictive to mention “3D Printing” as the main component. After all, FabLabs got started without 3D printers and the Maker movement has a lot of stuff which has little to do with 3D Printing. But it’s hard to argue that 3D Printing haven’t attracted attention, in the past couple of years. Sexier than laser etching? As Makers often point out, there’s a lot in the movement which is really very similar to what was happening in shop class. Though the trend may sound new, it’s partly based on nostalgia. A neat aspect, though, is that much of it can happen through learners’ projects cutting across class boundaries. Sure, we’ve known about project-based learning for a while. You do a project for a class or a series of classes. But how about a personal pathway (cf. “individualism”, above) through which learners add learning experiences around a central project? Learning Circles can make that into something really neat.
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